Tristelme no juega.

Nunca más oportuna la publicación del 5º reportaje. Allí se expresan con antelación las situaciones que hoy vive Tristelme. Ni Ischia, ni Alves… Falcioni.

Al igual que con Maradona, Friomán intenta estigmatizar al entrenador que lo considera en su justa medida y, para desviar el foco de atención de su inutilidad para el equipo, intenta fabricar enemistades y/o enfrentamientos mediáticos para que, de ese modo, los medios sigan la carrera de las declaraciones tristelmísticas, su gravedad, su talante y su impertinencia en lugar de analizar y plasmar que el nivel y las características del juego de Tristelme no sirven.

Es muy sencillo. Falcioni lo mandó a jugar para el equipo de los suplentes y Tristelme, creyéndose titular indiscutido, trató de manifestar su malestar de todas las maneras posibles: no miró a Javier Sanguinetti que le extendió la pechera suplente (la tomó mirando para otro lado cual nene ofendido), participó del círculo previo al partido en el equipo suplente con la pechera echa un bollo en su mano mientras el resto la tenía colocada y más tarde salió a hablar por la prensa (aquello que le criticaba a Maradona).

En efecto, Tristelme trató de manifestar su malestar de todas las maneras posibles… menos la de un hombre: encarar al entrenador.

Fiel a su costumbre solapada, acepta cualquier invitación de la prensa para tirar frases que él cree ingeniosas e indirectas y que son muy fácilmente rebatibles. En estos días no hubo medio donde no hubo aparecido, incluso llamando él mismo para salir al aire. Y la frase que se repitió hasta el hartazgo, tanto en los medios gráficos como televisivos, fue:

“Nadie discute una semana entera si cuatro jugadores que corren y se tiran a marcar de cabeza pueden jugar juntos, pero sí hablan si dos o tres habilidosos lo pueden hacer…”

Nada más claro y contundente. Esta frase que Tristelme tira orgulloso como si fuera producto de su más agudo ingenio no hace más que mostrar, como nunca antes, las limitaciones conceptuales que nunca le permitieron ser un jugador de élite.

En efecto, esta corta y cercenada visión tristelmística del fútbol – a la que también hago referencia en el reportaje – es la carencia intelectual de Tristelme que corre en paralelo a su carencia de campo (falta de compromiso, no cabecea, no lee jugadas ajenas, no cambia de ritmo, no se adapta a los vaivenes de los partidos, no interpreta las necesidades inmediatas, no cumple roles posicionales, no sabe ubicarse sin pelota, no marca pases en movimiento, etc). Por eso es esperable que diga lo que dijo: "¿Qué hice de malo? Ayer jugué bien".

Este combo de carencias (intelectuales y de campo) es lo que deja a Tristelme a medio camino entre un jugador exquisito y un jugador ineficaz (por no decir inútil o de mayor negatividad que productividad).

El juego mediático de Tristelme sirve (y él lo sabe) para encubrir este combo carencial con un falso manto de “vagancia”, “estrellato” y/o “conflictividad”. Nada más falso.

Si bien Tristelme se fastidia a la hora de entrenar, aun arrastrando los problemas físicos que arrastra desde su mismo inicio en Argentinos Júniors (jugaba de cinco y no le daba el físico), no es la vagancia y su arrogancia lo que le impiden redoblar esfuerzos para atenuar sus carencias sino su incapacidad intelectual: Tristelme es pillo, no inteligente.

Así pues, Falcioni vio la actitud teatral de Tristelme (que nunca lo encaró), escuchó sus dichos mediáticos, se reunió con la dirigencia y tomó otra decisión: a la hora de la siguiente práctica de fútbol dividió al plantel en 3 grupos: 2 equipos y un grupito que trotaría alrededor de la cancha. Allí estuvo Tristelme.

"No doy explicaciones. Creo que el equipo tuvo un buen funcionamiento y buenos resultados en los últimos partidos. Me toca respaldar este equipo. Boca me contrató para tomar decisiones y es el mejor equipo que puedo presentar".

"Preferimos que (Tristelme) trabaje y tenga el descanso del fin de semana. Son decisiones que uno tiene que tomar y que uno cree que son las mejores para el equipo. No tuve ninguna discusión con él. No hay ningún misterio".

No obstante Friomán siguió hablando por los medios después de la práctica: "No me gusta nada no jugar el sábado, no comparto la decisión de Falcioni", dijo notoriamente molesto. Y nadie del otro lado le dijo que poco importa su acuerdo o desacuerdo ya que una orden del entrenador no es para acordar o disentir sino para obedecer.

En seguida sigue intentando potenciar un conflicto que no existe creando propios fantasmas: "La verdad que no sé qué puede pasar de acá a seis meses, pero yo amo esta camiseta y me quiero retirar en Boca", dijo pretendiendo que el banderazo de hinchas en su nombre superara la penosa centena de chicos sin clase en el obelisco.

Tristelme debe saber que la verdad es una sola, que ya es tarde para que pueda atenuar sus carencias conceptuales y que las encuestas vuelven a darle negativas en los mismos medios por los que él habló.

Tristelme debe saber que ya son varios los entrenadores que lo consideraron en su justo modo (Bielsa, Passarella, Van Gaal, Antic, Pellegrini, La Volpe, Alves, Maradona) y, lejos de la humildad para ofrecerse a aprender y asimilar los conceptos que le faltan, elucubra situaciones mediáticas que cada vez tienen menos apoyo.