Fotogénico.

Luego del fallido golpe mediático (banderazo fracasado), una vez expirado el plazo que públicamente había puesto Juan Tristelme para decidir sobre las exiguas y modestas ofertas recibidas y viendo que la renuncia, cualidad príncipe del jugador, no se hacía efectiva, el presidente de Boca, Amor Ameal, finalmente decidió reunirse con Daniel Bolotnicoff, representante del jugador (?), para ofrecerle una renovación de su contrato con Boca Júniors.

Rácing, Argentinos Júniors y Bursaspor (Turquía) fueron los clubes que mostraron públicamente cierta voluntad de contratación y no menos valentía tratándose de un jugador lesionado, sin el mejor estado físico, con 32 años y sin valor de reventa que viene de protagonizar con Boca la peor campaña de la historia en torneos cortos.

La movida, altamente expuesta en los medios, muestra (como se ha decretado desde hace unos meses tratando de atenuar la imagen adusta del mediocampista) fotografías de un Tristelme sonriente (nadie sabe de qué se ríe ahora todo el tiempo) aunque la realidad no es la que lo hace felí.

El representante pelea por un contrato de tres años, tal el deseo del astro. Pero el presidente, atento al rendimiento físico del maduro jugador en la actualidad, presume que dentro de dos años su despliegue ya sería crítico y ofrece contrato por un año y medio, plazo que cumpliría su actual gestión.

Quizá su sonrisa fotogénica responda a que se trata de la mejor noticia que recibió el jugador en lo que va del año. Después de quedar afuera de todas las clasificaciones a copas internacionales, de quebrar casi una decena de récords negativos en el club de la Ribera, de quedar otra vez lesionado y ser desafectado de la selección argentina, su sonrisa no podrá ser registrada en las World Cup picks en tiempos venideros.